Quedarse sin padres es una experiencia traumática que muchos niños enfrentan. Perder uno o ambos padres a temprana edad puede afectar el desarrollo emocional, mental y físico de un niño. La pérdida de los padres afecta profundamente la vida de los niños. Muchas veces sus vidas cambian totalmente, desde perder casa, escuela y amigos, hasta cambiar a alojamiento temporal. Las personas que han quedado sin sus padres enfrentan una situación difícil y tienen que adaptarse a esta nueva realidad. Si no se recibe la ayuda y el apoyo adecuado, estos jóvenes pueden sufrir graves consecuencias en el futuro. El trauma sufrido como consecuencia de la pérdida de los padres puede afectar el rendimiento escolar, el desarrollo social y la autoestima. Los niños pueden volverse más inseguros, solitarios, desorganizados y/o ansiosos. Cuando los padres se han ido, los niños necesitan recibir afecto y atención de los adultos de sus vidas. Esto puede ser proporcionado por familiares, amigos, profesores, entrenadores, líderes religiosos o incluso profesionales. Estas personas estarán ahí para escuchar y ayudar al niño a comprender que los sentimientos que tienen son normales y a darles la seguridad y el amor que necesitan para seguir adelante. Quedarse sin padres es una experiencia difícil pero el amor y el apoyo de los demás puede ayudar a los niños a sobreponerse.